En el auditorio de la Universidad Católica del Táchira, sede Loma del Tejar en Barrio Obrero San Cristóbal, tuvo lugar el inicio del Diplomado de formación escuela para padres “Familia escuela de amor”, actividad académica organizada por la Facultad de Ciencias de la Religión de la UCAT junto al Secretariado Diocesano de Pastoral Familiar y el Instituto Diocesano de Pastoral Arias Blancos (IDIPAB).
En sus palabras de bienvenida, el presbítero Alirio Zambrano, asesor espiritual de la Pastoral Familiar de la Diócesis, recordó que “lamentablemente nuestra cultura posmoderna está socavando o destruyendo las bases morales, espirituales de las familias, de ahí la importancia de este diplomado y de todos los esfuerzos que podamos hacer en pro y defensa de la familia. Es necesario que tengamos los criterios fundamentales y que conozcamos la sana doctrina de la Iglesia en cuanto a familia se refiere”.
El discurso inaugural (Lectio Inauguralis): Escuela para padres, estuvo dirigido por Mons. Mario Moronta Obispo de San Cristóbal y Gran Canciller de la UCAT, quien explicó que la finalidad del diplomado es “motivar la realización de escuelas para padres en comunidades parroquiales y comunidades eclesiales de base, instituciones educativas, entre otros”.
También expuso los tópicos introductorios del significado de la familia y su definición, el matrimonio y la comunión de cada uno de los miembros de la familia. Resaltó que la familia es la célula viva y fundamental de toda sociedad.
Al finalizar la Lectio, los participantes realizaron diversas preguntas a Mons. Moronta en torno al tema expuesto durante el módulo introductorio.
La escuela para padres y el Sínodo Diocesano
Informaron los esposos coordinadores del programa escuela para padres pertenecientes a la Pastoral Familiar de la Diócesis de San Cristóbal Yosmen Gil y Milgaros Caicedo que “el programa Escuela para Padres surgió del trabajo en el Sínodo Diocesano, con la idea de formar a padres para mejorar la situación de las familias en la sociedad.
El Diplomado tiene una duración de siete meses durante los días sábados por las tardes en las instalaciones de la UCAT, y está abierto a personas de diferentes instituciones educativas que quieran formarse para ayudar a otros, especialmente en el acompañamiento personal que exige hoy día la familia, puntualizó el padre Jean Carlos Medina, coordinador de la Facultades de Ciencias de la Religión.
(PrensaUCAT)
Con ocasión de la proclamación y celebración del 20 de febrero de cada año, como el Día Mundial de la Justicia Social, la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Católica del Táchira, en el desarrollo de la asignatura “Introducción al Derecho”, realizó el día miércoles 21 de febrero de 2024, una actividad con los alumnos de 1er. año de la carrera de Derecho. Esta actividad contó con el apoyo de varios profesores de la Universidad Católica del Táchira, consistente en la presentación y exposición de varios temas o contenidos enfocados en los fines del Derecho: justicia, bien común, seguridad jurídica y justicia social.
Se incorporaron lapbooks, esquemas, fotos, dibujos, y todo lo que facilita una mejor comunicación y autoaprendizaje del alumnado. Es de destacar, que con este tipo de actividades académicas, se pretende incentivar en los alumnos la comprensión de estos principios fundamentales, lo indispensable del logro de la protección y desarrollo social para todos los ciudadanos del mundo, así como el mantenimiento de la paz y seguridad en las naciones, para construir sociedades más justas, inclusivas y equitativas.
(PrensaUCAT)
I.S.L.R. 2023 (ARC). A todo el Personal de La Universidad Católica del Táchira.
Ingresar al Link: https://www.ucat.edu.ve/RRHH/
El Gran Canciller, el Consejo Fundacional, las Autoridades Rectorales, Decanales y todo la Comunidad de la Universidad Católica del Táchira, lamentan profundamente el fallecimiento del: Lcdo. Conrado Contreras Pulido
Profesor Jubilado Fundador de la Universidad Católica Andrés Bello Extensión Táchira – UCABET y antiguo Director de la Escuela de Administración y Contaduría Pública, Primer Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica del Táchira Y también, en su tiempo, su Vicerrector Administrativo, destacándose por su servicio, bonhomía y entrega a las labores de esta su casa, cualidades todas que son recordadas con singular afecto.
Hecho luctuoso acaecido el día de hoy, en el Reino de España. En estos momentos de dolor, hacemos llegar a toda la familia del profesor Conrado Contreras Pulido, nuestras palabras de esperanza cristiana en la Resurrección final con las palabras que la Iglesia, desde sus orígenes, ha recordado en el canto de las letanías “Quien cree en Ti Señor, no morirá para siempre/Yo sé que mi Redentor vive y el último día resucitaré de la tierra”.
San Cristóbal, 25 de febrero de 2024
La Universidad Católica del Táchira es la sede de la I Olimpíada Estadal de Química destinada a estudiantes de tercer año de Bachillerato. Estas olimpíadas están dirigidas a los estudiantes de los planteles oficiales, a los que pertenecen a la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC) seccional San Cristóbal, así como también a los que corresponden a la Asociación Nacional de Institutos de Educación Privada (ANDIEP) en el Estado Táchira y a las instituciones privadas independientes.
El evento se llevará a cabo desde el mes de febrero y hasta el mes de junio de 2024. Esta ya se inició con una visita guiada a los laboratorios de Química de la Universidad, en donde además se les impartió una práctica experimental; luego está previsto que en su desarrollo se cumplan tres etapas, las dos primeras con pruebas escritas y, la tercera, con una prueba experimental.
La profesora Ana Maritza Méndez González, Decana de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCAT, mencionó que la Universidad cuenta con laboratorios de Química adecuados para el desarrollo de las olimpíadas. Además, se otorgarán reconocimientos al primer, segundo y tercer lugar, a los estudiantes, sus profesores guías y a las instituciones participantes.
En definitiva, las Olimpíadas Estadales de Química en la Universidad Católica del Táchira son una oportunidad única para fomentar el interés y la pasión por esta ciencia entre los estudiantes de bachillerato.
Con el apoyo de la institución y la participación activa de los estudiantes y profesores, estas olimpíadas prometen ser un evento educativo enriquecedor, que contribuirá al desarrollo académico y científico de los participantes.
¡Que viva la Química y el espíritu olímpico en la UCAT!
(PrensaUCAT)
Lapso de inscripción desde el 20 de febrero hasta el 30 de abril de 2024, y la escolaridad iniciará el 6 de mayo de 2024
Área Interdisciplinaria
Especialización en Cultura de Paz y Derecho Internacional Humanitario – 4 Trimestre
Especialización en Gestión del Talento Humano – 5 Trimestres
Área en Ciencias Económicas y Sociales
Maestria en Ciencias Contables – 4 Semestres.
Estos postgrados permitirán al egresado contar con herramientas de estudios y experiencias con criterios interdisciplinarios, de eficiencia, pertinencia, pluralidad y ética; para apoyar el desarrollo de sus áreas de conocimiento en cualquier ámbito profesional.
Para mayor información pueden comunicarse con el Decanato de Investigación y Postgrado, a través del correo: postgrado@ucat.edu.ve
En nombre de las Autoridades Rectorales y Decanales quiero dirigir en esta mañana mi saludo agradecido, unido a mi voz de estímulo a todos ustedes, miembros de esta comunidad universitaria, quienes siguen apostando a ser jóvenes que marcan la diferencia y dejan una huella en la historia, haciendo fructificar los dones y talentos que han recibido.
En el capítulo 25 del Evangelio según san Mateo se nos presenta la famosa parábola de los talentos. Se relata que “un hombre al salir de viaje, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente, el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor” (Mt 25, 14-18). La parábola termina con alabanzas dirigidas a los dos siervos buenos y fieles que fueron capaces de hacer producir lo que habían recibido, de igual modo se indica la reprimenda sobre el último, un siervo malo y perezoso que por temor a su señor escondió el talento que había obtenido y no produjo nada.
El Evangelista, al hacer referencia a los talentos recibidos por los siervos, quiere indicar una cantidad específica de dinero que en las antiguas civilizaciones mediterráneas equivalía a unos 30 kg. de plata. Pero en su contexto más profundo, este texto, busca es poner en evidencia los talentos, cualidades y capacidades que todos, sin excepción, hemos recibido, para ser puestos en acción y así ser compartidos con los demás, haciéndoles fructificar y crecer a lo largo de la vida.
Por eso, en este momento, apoyados en esta parábola, reconocemos en cada uno de ustedes queridos jóvenes, los talentos que les hacen brillar y que a diario hacen fructificar a través de la excelencia académica y la participación activa en las diversas actividades y programas que se desarrollan en nuestra Universidad. Ustedes hoy son siervos buenos y fieles como los del Evangelio, han sabido hacer crecer los dones recibidos.
A través de este reconocimiento renuevan ahora el compromiso de seguir dando lo mejor que cada uno posee, apoyando y contribuyendo al desarrollo de la comunidad universitaria. Los talentos que han recibido no son para ser guardados, enterrados, o usados sólo para el beneficio personal, los mismos les han sido dados para colocarlos al servicio de los demás, es esto lo que los hace brillar más y les da mayor valor.
Esta Universidad, y en ella cada uno de los que la conforman, debe seguir siendo un lugar en el que día a día se hagan multiplicar los dones recibidos a través del diálogo y el discernimiento continuo. Donde la creatividad y la originalidad continúen formando profesionales “conscientes, competentes, compasivos y comprometidos”, que respondan con audacia a los tiempos presentes, y a los retos que nos plantea el futuro. Es muy lamentable como todavía hoy, muchos no apuesten por la Educación Universitaria y el crecimiento profesional, que tanta falta hace en nuestra sociedad. No así entre ustedes, pues hoy más que nunca siguen apostando por un futuro que muestra sus brotes en la dedicación, que viene reconocida en este acto, donde sus talentos salen a relucir.
Gracias queridos jóvenes por el esfuerzo, la dedicación y entrega que hoy permiten que sean reconocidos. No defrauden nunca con sus palabras y acciones esta casa que hoy se enorgullece por los logros obtenidos, que se reflejan y se hacen presentes en las notas de su himno al declamar: “Por la paz y la justicia se ilumina el porvenir, encendiendo en cada pecho la nobleza del servir. En las aulas tachirenses el estudio es un crisol, y en los campos de la patria nos alumbra el mismo sol”. Sigan siendo luz para el provenir de esta institución, a través del servicio noble que nos hace crecer en las aulas y pasillos de la UCAT.
Sigamos hacia adelante con la confianza siempre puesta en Dios, haciendo crecer las capacidades que Él mismo nos ha regalado. Que el trabajo común que nos une, reflejado en la grandeza de la Universidad como espacio de convergencia del saber para el servicio del Bien Común, nos permita seguir sumando voluntades para proyectar nuestra bitácora hacia el futuro.
Enhorabuena, continúen siendo estrellas, y a través de su luz sigan iluminando el cielo de esta institución. La Universidad Católica del Táchira está orgullosa de ustedes. Construyamos juntos una mejor sociedad a partir del esfuerzo y la excelencia de todos.
Que María Inmaculada, nuestra patrona, nos siga acompañando con su maternal protección. Que ella interceda por ustedes, para que nunca dejen de ser parte de la juventud que produce frutos abundantes, multiplicando en cada momento los talentos que el Señor les ha concedido.
¡Dios les bendiga siempre!
Mensaje del Santo Padre
A través del desierto Dios nos guía a la libertad
Queridos hermanos y hermanas:
Cuando nuestro Dios se revela, comunica la libertad: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). Así se abre el Decálogo dado a Moisés en el monte Sinaí. El pueblo sabe bien de qué éxodo habla Dios; la experiencia de la esclavitud todavía está impresa en su carne. Recibe las diez palabras de la alianza en el desierto como camino hacia la libertad. Nosotros las llamamos “mandamientos”, subrayando la fuerza del amor con el que Dios educa a su pueblo. La llamada a la libertad es, en efecto, una llamada vigorosa. No se agota en un acontecimiento único, porque madura durante el camino. Del mismo modo que Israel en el desierto lleva todavía a Egipto dentro de sí ―en efecto, a menudo echa de menos el pasado y murmura contra el cielo y contra Moisés―, también hoy el pueblo de Dios lleva dentro de sí ataduras opresoras que debe decidirse a abandonar. Nos damos cuenta de ello cuando nos falta esperanza y vagamos por la vida como en un páramo desolado, sin una tierra prometida hacia la cual encaminarnos juntos. La Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser ―como anuncia el profeta Oseas― el lugar del primer amor (cf. Os 2,16-17). Dios educa a su pueblo para que abandone sus esclavitudes y experimente el paso de la muerte a la vida. Como un esposo nos atrae nuevamente hacia sí y susurra palabras de amor a nuestros corazones.
El éxodo de la esclavitud a la libertad no es un camino abstracto. Para que nuestra Cuaresma sea también concreta, el primer paso es querer ver la realidad. Cuando en la zarza ardiente el Señor atrajo a Moisés y le habló, se reveló inmediatamente como un Dios que ve y sobre todo escucha: «Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel» (Ex 3,7-8). También hoy llega al cielo el grito de tantos hermanos y hermanas oprimidos. Preguntémonos: ¿nos llega también a nosotros? ¿Nos sacude? ¿Nos conmueve? Muchos factores nos alejan los unos de los otros, negando la fraternidad que nos une desde el origen.
En mi viaje a Lampedusa, ante la globalización de la indiferencia planteé dos preguntas, que son cada vez más actuales: «¿Dónde estás?» (Gn 3,9) y «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9). El camino cuaresmal será concreto si, al escucharlas de nuevo, confesamos que seguimos bajo el dominio del Faraón. Es un dominio que nos deja exhaustos y nos vuelve insensibles. Es un modelo de crecimiento que nos divide y nos roba el futuro; que ha contaminado la tierra, el aire y el agua, pero también las almas. Porque, si bien con el bautismo ya ha comenzado nuestra liberación, queda en nosotros una inexplicable añoranza por la esclavitud. Es como una atracción hacia la seguridad de lo ya visto, en detrimento de la libertad.
Quisiera señalarles un detalle de no poca importancia en el relato del Éxodo: es Dios quien ve, quien se conmueve y quien libera, no es Israel quien lo pide. El Faraón, en efecto, destruye incluso los sueños, roba el cielo, hace que parezca inmodificable un mundo en el que se pisotea la dignidad y se niegan los vínculos auténticos. Es decir, logra mantener todo sujeto a él. Preguntémonos: ¿deseo un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a romper los compromisos con el viejo? El testimonio de muchos hermanos obispos y de un gran número de aquellos que trabajan por la paz y la justicia me convence cada vez más de que lo que hay que denunciar es un déficit de esperanza. Es un impedimento para soñar, un grito mudo que llega hasta el cielo y conmueve el corazón de Dios. Se parece a esa añoranza por la esclavitud que paraliza a Israel en el desierto, impidiéndole avanzar. El éxodo puede interrumpirse. De otro modo no se explicaría que una humanidad que ha alcanzado el umbral de la fraternidad universal y niveles de desarrollo científico, técnico, cultural y jurídico, capaces de garantizar la dignidad de todos, camine en la oscuridad de las desigualdades y los conflictos.
Dios no se cansa de nosotros. Acojamos la Cuaresma como el tiempo fuerte en el que su Palabra se dirige de nuevo a nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). Es tiempo de conversión, tiempo de libertad. Jesús mismo, como recordamos cada año en el primer domingo de Cuaresma, fue conducido por el Espíritu al desierto para ser probado en su libertad. Durante cuarenta días estará ante nosotros y con nosotros: es el Hijo encarnado. A diferencia del Faraón, Dios no quiere súbditos, sino hijos. El desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitud. En Cuaresma, encontramos nuevos criterios de juicio y una comunidad con la cual emprender un camino que nunca antes habíamos recorrido.
Esto implica una lucha, que el libro del Éxodo y las tentaciones de Jesús en el desierto nos narran claramente. A la voz de Dios, que dice: «Tú eres mi Hijo muy querido» (Mc 1,11) y «no tendrás otros dioses delante de mí» (Ex 20,3), se oponen de hecho las mentiras del enemigo. Más temibles que el Faraón son los ídolos; podríamos considerarlos como su voz en nosotros. El sentirse omnipotentes, reconocidos por todos, tomar ventaja sobre los demás: todo ser humano siente en su interior la seducción de esta mentira. Es un camino trillado. Por eso, podemos apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición e incluso a algunas personas. Esas cosas en lugar de impulsarnos, nos paralizarán. En lugar de unirnos, nos enfrentarán. Existe, sin embargo, una nueva humanidad, la de los pequeños y humildes que no han sucumbido al encanto de la mentira. Mientras que los ídolos vuelven mudos, ciegos, sordos, inmóviles a quienes les sirven (cf. Sal 115,8), los pobres de espíritu están inmediatamente abiertos y bien dispuestos; son una fuerza silenciosa del bien que sana y sostiene el mundo.
Es tiempo de actuar, y en Cuaresma actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo. Por eso la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamiento: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan. Entonces el corazón atrofiado y aislado se despertará. Por tanto, desacelerar y detenerse. La dimensión contemplativa de la vida, que la Cuaresma nos hará redescubrir, movilizará nuevas energías. Delante de la presencia de Dios nos convertimos en hermanas y hermanos, percibimos a los demás con nueva intensidad; en lugar de amenazas y enemigos encontramos compañeras y compañeros de viaje. Este es el sueño de Dios, la tierra prometida hacia la que marchamos cuando salimos de la esclavitud.
La forma sinodal de la Iglesia, que en estos últimos años estamos redescubriendo y cultivando, sugiere que la Cuaresma sea también un tiempo de decisiones comunitarias, de pequeñas y grandes decisiones a contracorriente, capaces de cambiar la cotidianeidad de las personas y la vida de un barrio: los hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados. Invito a todas las comunidades cristianas a hacer esto: a ofrecer a sus fieles momentos para reflexionar sobre los estilos de vida; a darse tiempo para verificar su presencia en el barrio y su contribución para mejorarlo. Ay de nosotros si la penitencia cristiana fuera como la que entristecía a Jesús. También a nosotros Él nos dice: «No pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan» (Mt 6,16). Más bien, que se vea la alegría en los rostros, que se sienta la fragancia de la libertad, que se libere ese amor que hace nuevas todas las cosas, empezando por las más pequeñas y cercanas. Esto puede suceder en cada comunidad cristiana.
En la medida en que esta Cuaresma sea de conversión, entonces, la humanidad extraviada sentirá un estremecimiento de creatividad; el destello de una nueva esperanza. Quisiera decirles, como a los jóvenes que encontré en Lisboa el verano pasado: «Busquen y arriesguen, busquen y arriesguen. En este momento histórico los desafíos son enormes, los quejidos dolorosos —estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedacitos—, pero abrazamos el riesgo de pensar que no estamos en una agonía, sino en un parto; no en el final, sino al comienzo de un gran espectáculo. Y hace falta coraje para pensar esto» (Discurso a los universitarios, 3 agosto 2023). Es la valentía de la conversión, de salir de la esclavitud. La fe y la caridad llevan de la mano a esta pequeña esperanza. Le enseñan a caminar y, al mismo tiempo, es ella la que las arrastra hacia adelante.[1]
Los bendigo a todos y a vuestro camino cuaresmal.
La Universidad Católica del Táchira (UCAT), en colaboración con el Instituto de Pastoral Mons. Arias Blanco (IDIPAB) y la Pastoral Familiar Diocesana, se complace en presentar el DIPLOMADO ESCUELA PARA PADRES.
Detalles del evento:
Requisitos:
Modalidad: Presencial Cantidad de módulos: XI
Para preinscribirse, por favor complete el siguiente formulario: https://forms.gle/hJghh86DdxPxGUQu7
Para obtener más información sobre el costo u otros detalles, por favor escriba a la siguiente dirección: ccsdelareligion@ucat.edu.ve
¡No pierda la oportunidad de participar en este diplomado que seguramente enriquecerá su experiencia como padre o madre!
(PrensaUCAT)