La Compañía de Jesús en América Latina y Caribe firma el Pacto Educativo Global

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El 15 de octubre el Papa Francisco hizo una convocatoria inédita a todas las personas de buena voluntad para firmar un compromiso que él denomina: Reconstruir el pacto educativo global. Esa iniciativa ya la había prometido en el mensaje del 12 de septiembre de 2019 y corresponde a la preocupación, expresada también hace cinco años en la Encíclica Laudato Si, sobre el futuro de este planeta.

El mundo de hoy experimenta una verdadera metamorfosis cultural y antropológica. La rapidación tecnológica y digital en mutación incesante, si bien ha traído múltiples ventajas y facilidades para algunos, también ha derivado en pérdida de la identidad, desintegración psicológica y social, y discriminación de muchedumbres. Se verifica una “catástrofe educativa” con más de 250 millones de niños que no disfrutan de servicio educativo alguno, y aproximadamente 10 millones que han dejado la escuela por fuerza de la pandemia.

Considerando el espectro, la gravedad, la interrelación y la globalidad de los problemas contemporáneos, el Papa exhorta a no contentarnos con medidas sanitarias, recetas simplistas o vanos optimismos. El Covid ha hecho posible reconocer de forma global que lo que está en crisis es nuestro modo de entender la realidad y de relacionarnos. Por eso, urge implementar un nuevo modelo cultural, realizar un cambio en el modelo de desarrollo.

El Papa reconoce en la educación el itinerario para revertir la crisis actual y promover el cambio. Ella tiene poder transformador y nos trae la esperanza; invita a la coparticipación y a la transformación. Es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia, dice. Se propone como el antídoto natural de la cultura individualista. Es una cuestión de amor y responsabilidad transmitida entre las generaciones.

Lo que se vuelve necesario ahora, prosigue el Papa, es un nuevo compromiso educativo, que involucre a todos los componentes de la sociedad. Una alianza basada en una red de relaciones humanas y abiertas, que debe garantizar el acceso de todos a una educación de calidad, a la altura de la dignidad humana y de su vocación a la fraternidad. El foco de este propósito es formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones.

Para que esos deseos logren concreción, el Papa propone siete claves de implementación:

1) Tener la valentía para ubicar la persona en el centro del proceso educativo formal e informal,
2) Escuchar a los niños, adolescentes y jóvenes,
3) Fomentar la participación educativa de las niñas y las jóvenes,
4) Considerar a la familia como primera e indispensable educadora,
5) Educar y educarnos para acoger los vulnerables y marginados,
6) Estudiar formas de economía, política, crecimiento y progreso que sirvan al hombre y cuiden la ecología integral y
7) Salvaguardar y cultivar nuestra casa común.

Será necesario invertir con creatividad y responsabilidad nuestros talentos y las mejores energías. La invitación es amplia y va más allá de las fronteras del mundo católico o cristiano dirigiéndose a toda la humanidad, a las familias, comunidades, escuelas y universidades, instituciones, religiones, gobernantes, personalidades públicas que se preocupan por el futuro de las nuevas generaciones. Se dirige de manera particular a los hombres y las mujeres de cultura, de ciencia y de deporte, a los artistas, a los operadores de los medios de comunicación en todas partes del mundo. Invito -dice el Papa- a cada uno a ser protagonista de esta alianza, asumiendo un compromiso personal y comunitario para cultivar juntos el sueño de un humanismo solidario, que responda a las esperanzas del hombre y al deseo de Dios.

El Papa Francisco afirma su confianza en un mundo diferente y en nuestra capacidad para construirlo, sin la infantilidad de esperar todo de quienes nos gobiernan. Estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos a servicio de los que sufren. Es hora de mirar hacia adelante con valentía, audacia y esperanza para recrear las relaciones en la humanidad. Busquemos juntos las soluciones, iniciemos procesos de transformación sin miedo y miremos hacia el futuro con esperanza.

La Compañía de Jesús en América Latina y el Caribe escucha atentamente el llamado de las últimas Congregaciones Generales a realizar un trabajo en red, en sinergia con la Iglesia, con la sociedad civil y los gobiernos para la implementación de la fe, la justicia y la reconciliación.

Por eso, las comunidades, las obras y presencias apostólicas adherimos y firmamos el Pacto Educativo Global comprometiéndonos a colaborar con nuestros talentos y energías en la construcción y promoción de un nuevo modelo cultural y de desarrollo.

Firmamos el día 12 de diciembre de 2020, en la fiesta litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de América Latina, para que su ejemplo de cuidado con los vulnerables sea de inspiración y fortaleza para este compromiso.

Lima, 05 de noviembre de 2020