Continúa el Diplomado de Psicología Aplicada a la Educación, organizado por la Universidad Católica del Táchira (UCAT). En esta oportunidad se llevó a cabo el Módulo V, titulado “Educación Emocional”.
La jornada formativa estuvo a cargo de la psicóloga María Teresa Ramírez, docente de la UCAT, adscrita a la Facultad de Humanidades y Educación. El objetivo del módulo fue “desarrollar una comprensión integral de la educación emocional, su importancia y beneficios, y proporcionar estrategias prácticas para educar las emociones, con énfasis en el papel fundamental de la familia y el entorno formativo”.
Durante su intervención, la especialista definió la educación emocional como “un proceso continuo de enseñanza y aprendizaje de habilidades para reconocer, comprender, expresar y gestionar nuestras emociones y las de los demás”. A partir de esta definición, resaltó el valor de la expresión emocional, especialmente en quienes se encuentran en procesos de enseñanza. Sobre su importancia añadió: “Ayuda a gestionar problemas de manera más efectiva, a reducir el malestar y la tensión, a evitar la acumulación de sentimientos negativos, y favorece la conexión con nosotros mismos y con los demás”.
Además de la formación teórica, el módulo permitió a los participantes realizar ejercicios prácticos para identificar sus propias emociones y reflexionar sobre cómo gestionarlas.
Dado que el Diplomado tiene como eje central la educación, la conferencista enfatizó el rol que los docentes y profesionales del área deben asumir en relación con la educación emocional. En este contexto, propuso diversas estrategias: promover un clima emocional positivo que favorezca el aprendizaje y la expresión emocional; fomentar la empatía y la compasión; enseñar habilidades de autorregulación emocional; y fortalecer la resiliencia para ayudar a los alumnos a enfrentar y superar desafíos. Finalmente, exhortó a los participantes a convertirse en modelos emocionales positivos y coherentes.
La profesora Mercedes Moreno, participante del Diplomado, expresó su experiencia: “El contenido abordado impulsa al individuo hacia una comunicación más efectiva, con menos conflictos y relaciones más sólidas y significativas. Esto lo prepara para enfrentar los desafíos de la vida con autoconciencia, espacios de silencio, reflexión personal y capacidad de perdón. En este proceso, la fe y la espiritualidad desempeñan un papel fundamental en la vida familiar, ya sea desde principios religiosos o valores humanitarios, promoviendo así la salud mental como un componente clave para el éxito personal y colectivo”.
La jornada culminó con una actividad dramatizada en la que los asistentes representaron situaciones comunes en distintos entornos educativos y religiosos. Este ejercicio permitió visibilizar realidades frecuentes y explorar herramientas prácticas para educar las emociones de manera efectiva.
(PrensaUCAT)